A continuación me complazco en reproducir la entrevista realizada por el señor César Hildebrandt al gran escritor argentino Jorge Luis Borges, en su primera parte.
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JORGE LUIS BORGES
(19 DE DICIEMBRE DE 1978)
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Primera pregunta: ¿va a hacer usted conmigo lo que suele hacer con todos los periodistas?
- ¿Y qué hago?
Tomarles el pelo sin ninguna misericordia.
- Jamás he hecho eso en mi vida. Sucede que yo siempre he contestado sinceramente. Y todo el mundo prefiere suponer que esas contestaciones mías son bromas o ironías. Yo soy una persona educada, no le tomo el pelo a nadie. Y espero que no me lo tomen tampoco.
¿Sigue insistiendo en esa delicia de frase: la democracia es un espejismo de la estadística?
- Es un abuso de la estadística. Eso es verdad, es evidente.
¿Por qué evidente?
- Porque si se tratara de un problema matemático nadie supondría que la mayoría de la gente puede resolverlo. En política, sin embargo, sí se supone que la mayoría tiene la razón. Eso se vió en mi país, cuando el que sabemos obtuvo nueve millones de votos...
El que sabemos...¿Perón verdad?
-Sí
Su odiado Perón...Borges , usted lo llamó cobarde y rufián.
- Bueno, podría haber empleado palabras mas duras...
¿Pero le parece justo eso? ¿Ahora que él esta muerto y han pasado muchos años?
- Un rufián muerto sigue siendo un rufián. Y un cobarde muerto no es un valiente. La muerte no beneficia tanto. Aunque yo en una milonga digo :" No hay cosa como la muerte/ para mejorar a la gente".
Usted dijo alguna vez: "Yo siempre le pido a Dios -que no existe- el privilegio de dudar hasta que muera". ¿Sigue usted dudando, Borges?
- No.Yo ahora estoy seguro de que no hay otra vida y que no hay Dios. Es una certidumbre que me satisface, me tranquiliza. Saber que todo esto pasará, que yo me olvidaré, que seré olvidado...Yo soy un hombre ético pero no religioso.
Ha dicho también, Borges, que considera un bochorno vivir tanto y que quisiera morirse. ¿Esa proximidad a la muerte no lo conduce a Dios?
- No. Me conduce a las esperanza de que no haya Dios y que no haya otra vida. Desde luego, las Sagradas Escrituras, llamésmoslas así, aconsejan vivir hasta los 70 años. Yo he cumplido 79. Recuerdo cuando mi madre cumplió 98 años - ella murió a los 99- me dijo: "¡Caramba, se me fué la mano!".
Usted es para muchas gentes tan edípico, Borges...
- ¿Por qué?
Su relación con su madre fue siempre tan intensa, tan obsesiva...¿No cree que había algo de edípico en ello?
-Bueno, como dijo Chesterton, lo único que sabemos de Edipo es que no padecía del complejo... Yo tengo un recuerdo tan puro y tan grato de mi madre. Ella ha muerto hace tres años. Yo no he querido cambiar nada de su pieza. Y cada vez que vuelvo a casa me asombro de que ella no esté esperándome. A la sirvienta, que es mujer del pueblo y que habla guaraní aparte de castellano, le pregunto: ¿Usted no la siente a madre? Y ella me dice: "Pero claro que la siento. La señora está aquí". No me lo dijo para alarmarme sino, al contrario, para tranquilizarme. Y entonces le hice otra pregunta: ¿Si usted la viera a mi madre en su cuarto, sentiría miedo? Y esta muchacha, la correntina me dice:" ¿Por qué miedo? Si no le tenía miedo cuando vivía, ¿por qué ahora abría de sentir miedo?".
Borges, usted ha cultivado una sorprendente modestia en torno a la estimación de su propia obra...
- Bueno, es que yo quiero ser olvidado.
Pero usted sabe que es un gran escritor.
- No creo. Yo no tengo obra. Mi obra es...
Una miscelánea...
- Una miscelánea, una ilusión óptica lograda por la tipografía.
Me está tomando el pelo, Borges. Usted no puede pensar eso de su obra.
- Claro que sí. Lo que me parece raro es que la gente sea tan indulgente conmigo. A mí no me gusta tanto lo que yo escribo. Claro que eso le pasa a todo escritor. Se han escrito libros sobre mí, que me aseguran que es muy bueno, y yo le dije: "Alicia, tú sabes que leo todo lo que escribes pero en este caso no voy a leer tu libro porque se trata de un tema que no me interesa o que, quizá, me interesa demasiado".
Como se lo recordó un periodista hace algún tiempo, Carpentier dice de usted que sus opiniones políticas son incalificables...
- No conozco a Carpentier. En cuanto a mis opiniones políticas, no creo que tengan importancia. Cuando escribo trato de prescindir de mis opiniones. La literatura es una operación misteriosa. Recuerdo aquí algo que dijo uno de mis autores preferidos, Kipling: "A un escritor le está permitido componer fábulas, pero no se puede saber cual es la moraleja". Es decir, un escritor no puede saber cuál será el resultado de lo que escribe en la mente de otros. Y eso le sucedió al propio Kipling, que, a pesar de ser inglés, demuestra en sus obras una evidente simpatía por la India y cuya casa natal, en Bombay, es ahora un museo. Las opiniones son generalmente superficiales, cambian...
Y usted ha cambiado, ¿verdad? Fue comunista, fue radical, hoy es conservador.
-Sí, pero conservador es una forma de ser escéptico. Cuando me afilié al partido dije algo que molestó...
Que sólo los caballeros siguen causas perdidas.
-Sí. Porque me preguntaron: "¿Usted va a afiliarse? Pero esta es una causa perdida". Y yo dije:"A un caballero sólo le interesan las causas perdidas". Y después dije otra cosa que les molestó: que el partido conservador tenía la ventaja de no poder provocar ningún fanatismo.
¿Nunca se ha sentido irresponsable cuando habla de política?
-Yo tengo mi conciencia clara. Nadie puede tomarme por comunista, por facista, por nacionalista...
Usted fue condecorado por Pinochet...
-Sí. Creo que Pinochet es un buen gobernante.Ese es el único Gobierno posible, así como el de Videla es el único Gobierno posible en Argentina. Estoy hablando de determinados países en determinadas épocas. ¿Pero por qué importan tanto mis opiniones políticas?
Porque usted es, aunque no lo quiera, un líder de opinión y lo que usted dice se toma con respeto...
-Pero no tiene por qué aceptarse. Yo mismo no estoy muy seguro de lo que digo.
Claro que no tiene por qué aceptarse. A mi me parece inaceptable lo que dice. Estamos de acuerdo.
-Si estamos de acuerdo, podemos cambiar de tema...Yo tengo mi conciencia cívica limpia. Por ejemplo, yo era director de la Biblioteca Nacional, que es un cargo no bien rentado pero muy visible. Cuando supe el resultado de ciertas elecciones, renuncié. Mi madre me dijo: "No podés servir a Perón decorosamente". Claro que no, le dije yo.
¿Esa fue la última vez, verdad? Porque la primera...
-La primera vez yo era simplemente bibliotecario...
¿Y es cierto que los peronistas lo nombraron inspector de precios?
-No, no. Me nombraron inspector para la venta de aves y huevos, para que yo renunciara. Yo comprendí e inmeditamente renuncié. ¿Qué sabía yo de venta de aves y huevos en los mercados? No poseía la erudicción necesaria. Y la verdad es que les agradezco a los peronistas. Porque si esto no sucede yo hubiera seguido en esa pequeña biblioteca de barrio, ganando 240 pesos mensuales. Dos o tres meses antes de que ocurriera aquello yo fui a una reunión con unas señoras inglesas. Y había una de ellas que leía el porvenir en las hojas de té. Me dijo iba a hablar mucho, que iba a viajar, que iba a ganar dinero hablando. Yo nunca había hablado antes en público. Pero así sucedió. Me hecharon de ese cargo y tuve que resignarme a dar conferencias, cosa que me aterraba.
Usted ha dicho que sus obras tal ves se puedan rescatar en seis o siete páginas. ¿Cuáles?
-Es que si nombro una quizá me dé cuenta que no es rescatable... A ver... Hay un poema que se titula "Otro poema de los dones"...
¿Es posterior a "Elogio de la sombra", verdad?
-No recuerdo bien la cronología de mis obras... Hay un poema sobre mi bisabuelo, el coronel Suárez, que comandó la carga de caballería peruana en la batalla de Junín. Tenía 26 años.
Y el prólogo de Lugones...
-¡Ah, sí! Yo creo que eso es lo mejor que he escrito. Vamos a condenar a todos lo demás y vamos a salvar ese prólogo, ¿qué le parece?
Ese texto es absolutamente magistral pero no puedo estar de acuerdo en que sea lo único salvable... Es extraño, sin embargo, oír de usted palabras generosas sobre algo de su obra.
-Hay también un poema que se titula "El otro tigre". Es lindo también, la verdad... Mis amigos me dicen que soy un intruso en la poesía. Yo creo que no. En todo caso, mi poesía es más inmediata y mas íntima que mi prosa. La prosa siempre ha sido un objeto que yo he fabricado. Pero tengo la impresión que la poesía es algo que sale directamente de mí. Ahora, ¿que haríamos sobre ese prólogo a Lugones? ¿A usted qué le parece? ¿Es poesía o es prosa? Creo que la diferencia es formal. De alguna forma es poesía también, ¿no?
Eso creo yo también...Sin embargo, usted tiene una imagen, digamos pública, de escritor cerebral, casi glacial a veces.
-No soy frío. Desgraciadamente, soy incapaz de pensamientos abstractos. He leído a los filósofos, pero me dejo llevar por la belleza de una frase. "Peregrina paloma imaginaria/que enardeces los últimos amores/alma luz, de música y flores/peregrina paloma imaginaria...". Que no quiere decir absolutamente nada, pero que es muy linda... El otro día encontré esta metáfora, que es tan hermosa: "Si no me hubieran dicho que era el amor yo abría creido que es una espada desnuda". ¿No es lindo y terrible? "Si no me hubieran dicho que era el amor yo abría creído que es una espada desnuda".
¿Dónde la halló?
-En una página de Kipling. ¿Increíble, verdad? No parece de Kipling. Cuando un verso es muy bueno ya no pertenece a nadie, ¿no? Se que cuando un verso es carácterístico del autor ya no es excelente.
Continuará....
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JORGE LUIS BORGES
(19 DE DICIEMBRE DE 1978)
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Primera pregunta: ¿va a hacer usted conmigo lo que suele hacer con todos los periodistas?
- ¿Y qué hago?
Tomarles el pelo sin ninguna misericordia.
- Jamás he hecho eso en mi vida. Sucede que yo siempre he contestado sinceramente. Y todo el mundo prefiere suponer que esas contestaciones mías son bromas o ironías. Yo soy una persona educada, no le tomo el pelo a nadie. Y espero que no me lo tomen tampoco.
¿Sigue insistiendo en esa delicia de frase: la democracia es un espejismo de la estadística?
- Es un abuso de la estadística. Eso es verdad, es evidente.
¿Por qué evidente?
- Porque si se tratara de un problema matemático nadie supondría que la mayoría de la gente puede resolverlo. En política, sin embargo, sí se supone que la mayoría tiene la razón. Eso se vió en mi país, cuando el que sabemos obtuvo nueve millones de votos...
El que sabemos...¿Perón verdad?
-Sí
Su odiado Perón...Borges , usted lo llamó cobarde y rufián.
- Bueno, podría haber empleado palabras mas duras...
¿Pero le parece justo eso? ¿Ahora que él esta muerto y han pasado muchos años?
- Un rufián muerto sigue siendo un rufián. Y un cobarde muerto no es un valiente. La muerte no beneficia tanto. Aunque yo en una milonga digo :" No hay cosa como la muerte/ para mejorar a la gente".
Usted dijo alguna vez: "Yo siempre le pido a Dios -que no existe- el privilegio de dudar hasta que muera". ¿Sigue usted dudando, Borges?
- No.Yo ahora estoy seguro de que no hay otra vida y que no hay Dios. Es una certidumbre que me satisface, me tranquiliza. Saber que todo esto pasará, que yo me olvidaré, que seré olvidado...Yo soy un hombre ético pero no religioso.
Ha dicho también, Borges, que considera un bochorno vivir tanto y que quisiera morirse. ¿Esa proximidad a la muerte no lo conduce a Dios?
- No. Me conduce a las esperanza de que no haya Dios y que no haya otra vida. Desde luego, las Sagradas Escrituras, llamésmoslas así, aconsejan vivir hasta los 70 años. Yo he cumplido 79. Recuerdo cuando mi madre cumplió 98 años - ella murió a los 99- me dijo: "¡Caramba, se me fué la mano!".
Usted es para muchas gentes tan edípico, Borges...
- ¿Por qué?
Su relación con su madre fue siempre tan intensa, tan obsesiva...¿No cree que había algo de edípico en ello?
-Bueno, como dijo Chesterton, lo único que sabemos de Edipo es que no padecía del complejo... Yo tengo un recuerdo tan puro y tan grato de mi madre. Ella ha muerto hace tres años. Yo no he querido cambiar nada de su pieza. Y cada vez que vuelvo a casa me asombro de que ella no esté esperándome. A la sirvienta, que es mujer del pueblo y que habla guaraní aparte de castellano, le pregunto: ¿Usted no la siente a madre? Y ella me dice: "Pero claro que la siento. La señora está aquí". No me lo dijo para alarmarme sino, al contrario, para tranquilizarme. Y entonces le hice otra pregunta: ¿Si usted la viera a mi madre en su cuarto, sentiría miedo? Y esta muchacha, la correntina me dice:" ¿Por qué miedo? Si no le tenía miedo cuando vivía, ¿por qué ahora abría de sentir miedo?".
Borges, usted ha cultivado una sorprendente modestia en torno a la estimación de su propia obra...
- Bueno, es que yo quiero ser olvidado.
Pero usted sabe que es un gran escritor.
- No creo. Yo no tengo obra. Mi obra es...
Una miscelánea...
- Una miscelánea, una ilusión óptica lograda por la tipografía.
Me está tomando el pelo, Borges. Usted no puede pensar eso de su obra.
- Claro que sí. Lo que me parece raro es que la gente sea tan indulgente conmigo. A mí no me gusta tanto lo que yo escribo. Claro que eso le pasa a todo escritor. Se han escrito libros sobre mí, que me aseguran que es muy bueno, y yo le dije: "Alicia, tú sabes que leo todo lo que escribes pero en este caso no voy a leer tu libro porque se trata de un tema que no me interesa o que, quizá, me interesa demasiado".
Como se lo recordó un periodista hace algún tiempo, Carpentier dice de usted que sus opiniones políticas son incalificables...
- No conozco a Carpentier. En cuanto a mis opiniones políticas, no creo que tengan importancia. Cuando escribo trato de prescindir de mis opiniones. La literatura es una operación misteriosa. Recuerdo aquí algo que dijo uno de mis autores preferidos, Kipling: "A un escritor le está permitido componer fábulas, pero no se puede saber cual es la moraleja". Es decir, un escritor no puede saber cuál será el resultado de lo que escribe en la mente de otros. Y eso le sucedió al propio Kipling, que, a pesar de ser inglés, demuestra en sus obras una evidente simpatía por la India y cuya casa natal, en Bombay, es ahora un museo. Las opiniones son generalmente superficiales, cambian...
Y usted ha cambiado, ¿verdad? Fue comunista, fue radical, hoy es conservador.
-Sí, pero conservador es una forma de ser escéptico. Cuando me afilié al partido dije algo que molestó...
Que sólo los caballeros siguen causas perdidas.
-Sí. Porque me preguntaron: "¿Usted va a afiliarse? Pero esta es una causa perdida". Y yo dije:"A un caballero sólo le interesan las causas perdidas". Y después dije otra cosa que les molestó: que el partido conservador tenía la ventaja de no poder provocar ningún fanatismo.
¿Nunca se ha sentido irresponsable cuando habla de política?
-Yo tengo mi conciencia clara. Nadie puede tomarme por comunista, por facista, por nacionalista...
Usted fue condecorado por Pinochet...
-Sí. Creo que Pinochet es un buen gobernante.Ese es el único Gobierno posible, así como el de Videla es el único Gobierno posible en Argentina. Estoy hablando de determinados países en determinadas épocas. ¿Pero por qué importan tanto mis opiniones políticas?
Porque usted es, aunque no lo quiera, un líder de opinión y lo que usted dice se toma con respeto...
-Pero no tiene por qué aceptarse. Yo mismo no estoy muy seguro de lo que digo.
Claro que no tiene por qué aceptarse. A mi me parece inaceptable lo que dice. Estamos de acuerdo.
-Si estamos de acuerdo, podemos cambiar de tema...Yo tengo mi conciencia cívica limpia. Por ejemplo, yo era director de la Biblioteca Nacional, que es un cargo no bien rentado pero muy visible. Cuando supe el resultado de ciertas elecciones, renuncié. Mi madre me dijo: "No podés servir a Perón decorosamente". Claro que no, le dije yo.
¿Esa fue la última vez, verdad? Porque la primera...
-La primera vez yo era simplemente bibliotecario...
¿Y es cierto que los peronistas lo nombraron inspector de precios?
-No, no. Me nombraron inspector para la venta de aves y huevos, para que yo renunciara. Yo comprendí e inmeditamente renuncié. ¿Qué sabía yo de venta de aves y huevos en los mercados? No poseía la erudicción necesaria. Y la verdad es que les agradezco a los peronistas. Porque si esto no sucede yo hubiera seguido en esa pequeña biblioteca de barrio, ganando 240 pesos mensuales. Dos o tres meses antes de que ocurriera aquello yo fui a una reunión con unas señoras inglesas. Y había una de ellas que leía el porvenir en las hojas de té. Me dijo iba a hablar mucho, que iba a viajar, que iba a ganar dinero hablando. Yo nunca había hablado antes en público. Pero así sucedió. Me hecharon de ese cargo y tuve que resignarme a dar conferencias, cosa que me aterraba.
Usted ha dicho que sus obras tal ves se puedan rescatar en seis o siete páginas. ¿Cuáles?
-Es que si nombro una quizá me dé cuenta que no es rescatable... A ver... Hay un poema que se titula "Otro poema de los dones"...
¿Es posterior a "Elogio de la sombra", verdad?
-No recuerdo bien la cronología de mis obras... Hay un poema sobre mi bisabuelo, el coronel Suárez, que comandó la carga de caballería peruana en la batalla de Junín. Tenía 26 años.
Y el prólogo de Lugones...
-¡Ah, sí! Yo creo que eso es lo mejor que he escrito. Vamos a condenar a todos lo demás y vamos a salvar ese prólogo, ¿qué le parece?
Ese texto es absolutamente magistral pero no puedo estar de acuerdo en que sea lo único salvable... Es extraño, sin embargo, oír de usted palabras generosas sobre algo de su obra.
-Hay también un poema que se titula "El otro tigre". Es lindo también, la verdad... Mis amigos me dicen que soy un intruso en la poesía. Yo creo que no. En todo caso, mi poesía es más inmediata y mas íntima que mi prosa. La prosa siempre ha sido un objeto que yo he fabricado. Pero tengo la impresión que la poesía es algo que sale directamente de mí. Ahora, ¿que haríamos sobre ese prólogo a Lugones? ¿A usted qué le parece? ¿Es poesía o es prosa? Creo que la diferencia es formal. De alguna forma es poesía también, ¿no?
Eso creo yo también...Sin embargo, usted tiene una imagen, digamos pública, de escritor cerebral, casi glacial a veces.
-No soy frío. Desgraciadamente, soy incapaz de pensamientos abstractos. He leído a los filósofos, pero me dejo llevar por la belleza de una frase. "Peregrina paloma imaginaria/que enardeces los últimos amores/alma luz, de música y flores/peregrina paloma imaginaria...". Que no quiere decir absolutamente nada, pero que es muy linda... El otro día encontré esta metáfora, que es tan hermosa: "Si no me hubieran dicho que era el amor yo abría creido que es una espada desnuda". ¿No es lindo y terrible? "Si no me hubieran dicho que era el amor yo abría creído que es una espada desnuda".
¿Dónde la halló?
-En una página de Kipling. ¿Increíble, verdad? No parece de Kipling. Cuando un verso es muy bueno ya no pertenece a nadie, ¿no? Se que cuando un verso es carácterístico del autor ya no es excelente.
Continuará....
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